Estudiantes a quienes llamamos “mediocres”
En un aula encontramos de todo: estudiantes brillantes, medianamente destacados, decididamente mediocres, y una minoría a quienes, realmente, les cuesta comprender o seguir las explicaciones.
A los estudiantes brillantes, por lo general, no cuesta “manejarlos”. Son callados, atentos, participan en orden, toman nota, piden permiso, etc. Les encanta el silencio, son metódicos, los cambios los perturban, las actividades poco estructuradas (aunque solo lo sean de apariencia), los desestabilizan. Los medianamente destacados, suelen ser participativos -o no, pueden mostrar interés de manera fluctuante y, a veces, necesitan el respaldo de los más brillantes para poder mantenerse en su sitio. Por tal razón, cuando hay que trabajar en parejas o en grupos, estos dos tipos de estudiante suelen, prácticamente, aferrarse uno con el otro. La mayoría del tiempo, muetran serias reservas en hacer partícipes a otros de su “sabiduría” y muestran una seria aversión al imprevisto. A los que definitivamente les cuesta, merecen un punto aparte.
Lo que ahora interesa son aquellos decididamente mediocres, por lo general creativos, desordenados, impredecibles. La mayoría del tiempo, son nuestros aliados en repartir trabajos, en ir a solicitar materiales de último momento o en cambiar el rumbo usual de la clase. Son proactivos. No tienen reserva alguna en recortar, pegar, inventar, sentarse en el suelo, salir de la clase, dibujar un esquema o hacer fichas. No piden explicación cuando varía la rutina, sino que, por el contrario, apoyan la variación.
Estos estudiantes nos hacen idear nuevas maneras de enfocar los temas, con tal de conquistar su atención. Nos hacen regañar, nos enojan y nos alegran. Generan cambios, nos provocan. Promueven excursiones, salidas, actuaciones. Movilizan el colegio con sus risas, sus decuidos y sus iniciativas. Si se nos ocurre hacer una feria, ellos son los que quieren vender; generalmente, los que quieren cocinar o conseguir los refrescos. Si pensamos en representar una obra, ellos corren con los decorados y el vestuario… podrán no memorizar las líneas, pero no les tiembla la voz en las improvisaciones.
Estos estudiantes nos hacen idear nuevas maneras de enfocar los temas, con tal de conquistar su atención. Nos hacen regañar, nos enojan y nos alegran. Generan cambios, nos provocan. Promueven excursiones, salidas, actuaciones. Movilizan el colegio con sus risas, sus decuidos y sus iniciativas. Si se nos ocurre hacer una feria, ellos son los que quieren vender; generalmente, los que quieren cocinar o conseguir los refrescos. Si pensamos en representar una obra, ellos corren con los decorados y el vestuario… podrán no memorizar las líneas, pero no les tiembla la voz en las improvisaciones.
hay muchísimos profesores por el mundo que sueñan con una clase repleta de alumnos brillantes, callados y meticulosos, obedientes y sin problemas. Esos que harían de esta profesión una de ocho horas y de libros de registro sin alumnos a punto de perder el curso.
"sera que podemos ser esa clase de estudiantes para satisfacer a nuestros queridos profesores"
EDY JOHANA Y DIANA MOLINA
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